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Revista Replicante

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lunes, 10 de octubre de 2011

Led Zeppelin o la culminación del rock


Hubo un tiempo en el que Led Zeppelin reinó sobre la faz del rock del planeta entero como la banda que llevó dicho generó a su cumbre máxima. Una época en la que la banda de Londres no tuvo parangón; no fue superada ni eclipsada por movimiento musical alguno. Un tiempo en el que el resto de propuestas musicales, por penetrantes, interesantes, vanguardistas y prometedoras que fueran, no tuvieron la capacidad de llegar a los altos vuelos del cuarteto inglés. Esa época sigue vigente. Led Zeppelin es insuperable.
EN LA CIMA DE SU CARRERA
La razón de ello se encuentra en que el grupo llevó el rock a su culminación dialéctica: superó todos los avatares de este tipo de música de masas, fundiéndolos en una propuesta abigarrada, ensimismada y dinámica que generó un poliedro sonoro cuyas ramificaciones han hecho saltar las aceras de la ciudad entera del rock durante las cuatro décadas que median entre el inicio formal de la actividad de la banda y el tiempo actual.

En Led Zeppelin se llega al punto de parada de todo lo que les precede y les es contemporáneo y comienza, a partir de ahí, el giro autogenerado que se lanza al futuro con el insumo transformado en un producto saliente mutado e inédito, a la vez innovador y sedimentado, que habrá de encontrarse con sus propios presupuestos ante un entorno que su misma acción ha modificado. Es decir, nos encontramos ante un bucle evolutivo. En palabras simples, con los creadores de “Achilles Last Stand”, el rock encuentra su propio espesor. Por más que la crítica tradicional ha visto en Led Zeppelin el acabado del blues, el folk, el heavy metal primitivo, el sicodélico e incluso de la música de cámara barroca, todo eso mezclado no da como resultado la música de la banda. Son sólo elementos de una fusión colosal cuya mayor importancia y radicalidad yace en el ensamblado de un núcleo creativo y performativo conformado por un reducido conjunto de genialidades (Page, Jones, Plant y Bonham) que sólo el azar juntó para producir un caudal sonoro autónomo, original y no replicable. Núcleo creativo que rebasó a sus integrantes en tanto que individualidades subjetivas. El “genio” (viejo caballo de batalla de la crítica de arte del Romanticismo) no depende de la personalidad, sino de la manera en que ésta comunica. La psique no comunica, sólo la comunicación lo hace (Luhmann).[1]
LA REUNIÓN IMPOSIBLE DE 1985
En el tiempo en que eran jóvenes, borrachos, heroinómanos, salvajes y absolutamente geniales, integrantes de una sinergia artística que incluso ellos mismos no alcanzaron a dimensionar del todo en su momento, vio la luz el video (promocionado como película) The Song Remains the Same. Eran principios de los imposibles setenta. Época del cenit del capitalismo. Momento en que después del mediodía sólo comienza la tarde con la inminencia del ocaso. Esto fue válido para el sistema y para el grupo. En tanto, los esplendores de una época ya ida produjeron momentos culminantes que han quedado plasmados en la memoria individual y social de las colectividades posteriores. Uno de ellos es la banda sonora del video, grabada en vivo durante una serie de tres presentaciones en el Madison Square Garden de la Ciudad de Nueva York (el 27, 28 y 29 de julio de 1973), núcleo radioactivo de la forma de vida del capitalismo tardío en su pico setentero más alto. Cuando los Estados Unidos y Led Zeppelin reinaban en la Tierra. Cada uno ha sufrido sus propias mutaciones y polimorfías, pero una cosa es cierta: ambos han prevalecido y prevalecerán durante mucho tiempo más como vectores de sentido, guía y empuje de sus respectivos sistemas funcionales: el sistema-mundo y el de la música masiva.
No intentaré aquí forzar una analogía o una implicación que considero a todas luces falsa entre la música de la banda y el sistema económico global capitalista. Mi convicción teórica (a diferencia de Fredric Jameson y a consecuencia de Niklas Luhmann) es que las manifestaciones estéticas poseen el suficiente grado de independencia vital para liberarse del sistema-mundo que las vio nacer o incluso las propició (propiciar no es determinar). Éste sirve sólo de referencia temporal, de encuadre epocal, y nada más.
Una pregunta que viene a la mente al ver una audiencia de hace más de tres décadas frente a Led Zeppelin en un atestado Madison Square Garden es: ¿sabía esa multitud ante lo que estaba? ¿Tenían los asistentes plena conciencia de la magnitud del grupo, de la música y de la relevancia de lo que presenciaban? Es posible que sólo un pequeño porcentaje de los asistentes lo tuviera más o menos claro. No sólo porque como bien sabemos los asiduos a los conciertos, la mayoría de las personas sólo va a estos para echar desmadre, emborracharse, drogarse y buscar sexo fácil, sino por una razón mucho más fundamental: no poseían la distancia epocal que produce la resonancia estética de una propuesta como la de la banda.
Si partimos de la premisa de que en medio de los excesos propios del entorno del sistema del rock, en el que en este caso se incluye primordialmente a los excesos de la década de los setenta, los integrantes mismos de Led Zeppelin no pudieron tener la suficiente distancia crítica para comprender la magnitud de su propia obra, cuantimenos las masas que los siguieron a lo largo y ancho del mundo. Integrantes y fanáticos de la banda sencillamente no poseían lo que desde Hegel sabemos que da pleno sentido a los acontecimientos históricos: la distancia del horizonte hermenéutico. En las elocuentes y pintorescas palabras de Dave Grohl: «They were never critically acclaimed in their day, because they were too experimental and they were too fringe. In 1968 and ’69, there were some freaky shit going on, but Zeppelin were the freakiest».[2]
En la edición definitiva de The Song Remains the Same, que incluye las piezas que por décadas faltaron (“Black Dog”, “Over the Hills and Far Away”, “Misty Mountain Hop”, “Since I’ve been loving you”, “The Ocean” y “Heartbreaker”), el escucha está ante la presencia de una malla fluyente de espacios, cadencias, horizontes y expansiones sonoros que conforman el núcleo sine qua non de la agrupación. La conformación de paisajes mentales (Maruyama) por medio de la complejización del sentido con base en vibraciones: la creación del espacio-tiempo de la música.
Poco más se puede decir en específico de cada una de las piezas que conforman la colección en directo que no se haya dicho con anterioridad por otros. La mayoría son parte ya del acervo estético colectivo mundial de las últimas tres décadas. En cambio, es pertinente subrayar el acabado global sinergético de la grabación.
Al tener el concierto como siempre debió haber sido (en su momento, razones de presupuesto y producción lo hicieron inviable: hubiera sido una caja de cuatro o cinco viniles, en lugar de la de dos acetatos que conocimos los que nos acercamos a los cuarenta), es posible apreciar el flujo de una música que sintetizó y amplificó todas y cada una de las posibilidades del rock. El vaivén de la densidad altisonante al remanso armónico progresivo; la elevación de octavas de la incesante y puntual guitarra de Jimmy Page (usando ya bien su patentada guitarra doble, ya la tradicional del rockabilly, o la acústica, o rasgando la primera con un arco a la manera de un violín) que rebota contundente en la voz alta, profunda, sensual y agresiva de Robert Plant. En los fundamentos de la estructura sonora, John Paul Jones genera el prodigio del bajeo ejecutado en más de una ocasión como si de un instrumento de seis y no de cuatro cuerdas se tratara, en tanto que John Bonham vive y revive su leyenda: antes y después de su muerte toxicológica será referente indispensable de todo aquel que quiera ponerse al mando del instrumento que da sentido a la totalidad del rock.
Es imposible no percibir la retoma de todo el rock en un concierto tocado a toda máquina y en plenitud de facultades. Del inicio de la fusión entre artista-mercado-industria en los tiempos de Elvis Presley al exabrupto pretendidamente contestatario de la movida peace and love contemporánea al inicio de Led Zeppelin. Pero, sobre todo, está ese irredento, pertinaz, irrefrenable, sentido de la fuerza y la dinámica que permea la música del grupo y que sin lugar a dudas los atrae sin muchos rodeos a la esfera de lo que hoy conocemos como metal pesado. Aunque, claro está, la banda es eso y mucho más, como ya he afirmado. Todo ello ejecutado en vivo bajo una estructura de improvisación progresiva que sustentó al estilo de la banda durante toda su existencia con base en el bucle: orden desorden desorden ordenado orden, marcando así su sello y su destino como el grupo de rock con las más geniales adendas en directo que se hayan escuchado jamás.
Afirma Mikal Gilmore que «Led Zeppelin were playing for new ears, and three and a half decades later, their music still plays the same way. Those sounds rushed through us and ahead of us, into territory that seemed to have no ending» y « That music changed things far more than anybody ever expected, or might have wanted, even those who made the music». Sin duda esto es verdad. ¿Por qué? Permítaseme arriesgar lo siguiente: si el límite de la música rock está delineado hoy en día tanto por The Mars Volta como por Tool (como creo que es el caso), entonces, el lindero del sistema del rock depende de la música de Led Zeppelin. Quiero decir: si el máximo nivel alcanzado por el rock en nuestros días es The Mars Volta y Tool (y considero que así es), dado que dichas agrupaciones dependen estrictamente de las estructuras y acabados zeppelianos para existir, entonces, el cuarteto londinense marca el límite posible de todo cuanto en el rock de valía se produce. Que como conjunto de hombres performativamente activos haya dejado de existir hace treinta años, sólo subraya lo que ya se ha colegido de todo lo dicho hasta aquí: el arte es un sistema ensimismado, autónomo e independiente, incluso respecto de sus propios hacedores. En tanto tal, genera vectores significativos (de acabado, estructura, ejecución, simbolismo, etcétera) que se materializan en otras propuestas, productos, variantes. Tal es la función de lo que en términos comunes se conoce como la “influencia” de ésta o aquella propuesta artística.
AUTO HOMENAJE EN EL 2007: EL FIN DE LA LEYENDA

Incluso planteamientos tan contestatarios y recalcitrantes como el heavy metal underground encuentran su pilar en lo hecho por la legendaria banda británica. Por más que a muchos de sus ejecutantes no les guste y que vean en Led Zeppelin a un respetable pero ajeno y lejano grupo de música “psicodélica”, el umbral que posibilitó la entrada e irrupción de tan venerada y aclamada subcorriente del rock a los escenarios mundiales no sólo fue abierto, sino construido casi en su totalidad por el propio zepelín (digo casi porque sin duda ahí estuvieron además Black Sabbath, Deep Purple y King Crimson). En esto fue de gran importancia también la veta salvaje, inter construida en la totalidad de sus creaciones, e irredentamente imbuida en sus ejecuciones en vivo, con su pléyade de improvisaciones “by hunch” que llevaban (junto con el consumo de drogas) a niveles extáticos a sus multitudinarias audiencias, ya que mostró el camino de la apertura de arquetipos indomables que las bandas subterráneas se encargaron de exacerbar hasta llegar a la conclusión paradójica de ello con la segunda alineación de Mayhem a principios de los noventa.[3]
Al momento en que Led Zeppelin volvió la experimentación la norma, mezclada con el filo de la dinamización de arquetipos dormidos, liberados con base en el poder mesmerizante de su música, cimentaron un vector extremadamente fértil que otras bandas contemporáneas suyas no poseyeron por más que los igualaran o incluso superaran en lo que a la arquitectura musical se refiere, como fue el caso del Genesis original y, sobre todo, de Pink Floyd.
Led Zeppelin consumó el rock. Con ellos, llegó a su último desenvolvimiento dialéctico. Estéticamente improbables, materializaron todo cuanto era dable materializar en dicho género musical. Después de ellos, ha habido bifurcaciones, matices, jaloneos y exasperaciones de diversa importancia y valía; algunas de ellas han sido verdaderas vetas preciosas e insospechadas. Pero ninguna ha superado lo que, por definición, es insuperable: la culminación del sistema del rock sella también los límites de sus posibilidades de ser. Fuera de estos, o bien se deshace o bien se transforma. Para rebasar a Led Zeppelin, entonces, habría que rebasar al rock mismo.*

*El presente ensayo fue publicado en Replicante nº 20 (verano del 2009) como una reseña-ensayo sobre la edición definitiva de The Song Remains the Same. El texto se puede ver en mi página de SCRIBD: http://es.scribd.com/doc/61102036/El-summum-musical-de-Led-Zeppelin



[1] Un panorama general sobre la banda, con la penetración del crítico musical de campo, centrado en el entorno subjetivo de los miembros de la agrupación y la clara colindancia que entre éste y el arte de Led Zeppelin hubo durante los diez años de vida del grupo, puede verse en el reportaje “The Long Shadow of Led Zeppelin” de Mikal Gilmore en Rolling Stone (EE. UU.), número 1006, 10 de Agosto del 2006.
[2] Grohl, Dave (sí, el líder de los Foo Fighters), “Led Zeppelin”, artículo para el número especial de Rolling Stone (EE. UU.) “50th Anniversary of Rock”, número 946, abril 15 del 2004.
[3] Al respecto, véase mi artículo “Mayhem: a veinte años del nacimiento del Black Metal” en Replicante 16, verano del 2008.

19 comentarios:

pelado1961 dijo...

Muy buen ensayo.
Concuerdo en que los asistentes a eventos artísticos (no sólo rockeros) en su mayoría no se dan cuenta del alcance de lo que están presenciando. Aún cuando se marque un antes y un después.
Supongo que la mayoria de la gente tiene averiados los canales perceptivos (o atorados con sustancias, en el caso de este concierto, jajjaja).

Gines Garrido dijo...

El tema me parecía interesante y me encanta Led Zeppelin, pero no he podido pasar de varios párrafos tras ver como el autor se pierde en sí mismo, dando mil y un rodeos a las palabras para decir lo que quiere decir. Al final se me hace pesado leer tanto adjetivo puesto ahí para "parecer bonito" y no decir mucho en realidad.

Lo siento.

doctor placer dijo...

O sea, te mola Led Zeppelin.

Anónimo dijo...

http://www.everythingisaremix.info/everything-is-a-remix-part-1/

Habéis visto esto?

Anónimo dijo...

Vamos, resumiendo: que te gusta Led Zepellin, y le das un poco de prosa al tema, no? A mi también me gustan.

Anónimo dijo...

A ver, si partimos de que la música rock tiene una frontera definida ("el cuarteto londinense marca el límite posible de todo cuanto en el rock de valía se produce"), está claro que algun grupo tiene que ser el mas cercano a la dicha frontera. Esto no es un merito intrinseco, pues mas allá de la "frontera" habrá otro género musical con otros grupos. Por ejemplo, King Crimson es claramente superior a Led Zeppelin pero está claramente mas allá de esta frontera del rock, o sea, que no culmina el rock como lo hace Led Zeppelin pese a ser superior. Todo este sistema es un estraño generador de perogrulladas musicales...

Anónimo dijo...

Este grupo es una mierda, tienen el starway to heaven que esá medio bien y todas las demás canciones una basura.

Anónimo dijo...

Palabras, palabras, palabras y mas palabras. Entré esperando leer alguna opinión o artículo interesante, pero lo único que hay es un montón de frases altisonantes que no dicen nada. Bastante flojo la verdad el texto...

Anónimo dijo...

bla, bla, bla, bla, bla,....solo son LED ZEPPELIN y con eso, ya esta todo dicho.

Icarus dijo...

Hm... sin duda es el máximo exponente del rock puro y duro, pero siempre he considerado Deep Purple mejores musicalmente y como conjunto, quizás no tanto experimentales, pero sin duda unos genios que tuvieron mucha influencia, quizás tanta o más que Led Zeppelin en el posterior desarrollo del Hard Rock y el Heavy Metal.

Anónimo dijo...

Te gustan Led Zeppelin a título personal o es cosa mía?

Anónimo dijo...

Buen comentario, pero eso ya se sabia, Led zeppelin fue la banda mas grande del rock en los 70 y hasta ahora nadie lo ha igualado asi sea king crimson o deep purple, claro muchos diran pero ellos fueon mejores, no es cierto KIng crimson no paso de su primer disco, despues regular y deep purple el inrock, machine head y japan nada mas, en cambio zeppelin reino diez años con discos grandiosos y records y mas alla de todo eso eran genios y sin mucho publicherry como los Beatles o stones, se hicieron un lugar en el rock y el que dice que apestan es un completo ignorante mononeuronal o no sabe que es musica.

Anónimo dijo...

Amén!

Bon dijo...

Pero para su época, q., escuchándolos, te percatas de que están algo pasadillos de moda (por esto me crucificarán).

Anónimo dijo...

Ufff!! mucha palabra, cuando solo son una gran banda de rock como tantas otras en los 70 Y que me decís del misticismo y exacerbación musical sin precedentes que fueron Pink Floyd en los 70 ? muy de cerca en algunos casos en cuanto a ventas y popularidad, ambos grupos (entre otros muchos) se forraron literalmente hablando, en mi opinión les pilló la mejor época en cuanto a creatividad musical se refiere dentro del rock. En propias palabras de Jimy Page atribuye su éxito a una estraña magia musical que hizo que se juntaran grandes genialidades en la banda y todo les salió rodado, en palabras de Robert Plant simplemente tuvimos suerte, nada mas que eso. Buen artículo pues el grupo tiene miga de sobra, pero al final no son mas que una excelente banda como otras.

Erad dijo...

Hombre L.Z. estan bien, pero...
http://www.youtube.com/watch?v=JyvLsutfI5M
Además, al igual que los Rolling y Pink Floyd están sobrevalorados hasta decir basta. Y, ojo, que están los tres muy bien, pero hay muchos peces en el río sin tan buenos padrinos.

Anónimo dijo...

para Bon
aqui el unico que esta pasado y no solo de moda eres tu !

Anónimo dijo...

Rainbow/Deep Purple...Blackmore

Anónimo dijo...

Mi defensa al autor del artículo: Puede que esté escrito para un público que no incluiría al simple tipo que escucha rock y se clava una birra con los amigos pero que en su puta vida escuchó hablar de Sloterdijk o de Bourdieu: Pensarán que eran el ex N° 3 de la selección alemana en los 50 y un goleador de la segunda división de Francia. Y como soy un enfermo de Led Zeppelin, me gustó tu ensayo, distinto, escrito con términos que se suelen escuchar por las facultades de ciencias sociales, en particular en las carreras de ciencias de la comunicación.
Por otro lado, en los comentarios de los "opinólogos" está la simple comprensión -si es que se puede decir así- de mentes estrechas, que "escuchan rock, nada más". La verdad leí comentarios bastante pelotudos, de ignorantes que no se ponen a razonar e interpretar lo que quisiste decir, más allá de lo que es la música en sí, sino lo que significa Led Zeppelin como banda, traspasando lo estrictamente musical: su propuesta, como estética que se "mete" dentro de otros discursos, su influencia, que llega hasta la actualidad, donde a veces escuchás bandas que "sonarían" un poco como Zeppelin, y en donde sus seguidores ni siquiera saben quienes los influenciaron. Como bien vos decís Zeppelin "marca el límite posible" en lo que sería el campo de desempeño del "rock" a secas. Digamos que muchos entraron al blog porque querían leer "algo" de Led Zeppelin. Si no les da la testa, podrían empezar a leer un libro, por ahí empezarían a comprender mejor tus palabras, y por ahí sabrían que Bourdieu no jugó en la segunda división del fútbol francés de los 70: Sabrán que jugó junto a Foucault y Bataille en la década del 80 en el Olympique de Marsella...