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Revista Replicante

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miércoles, 10 de junio de 2020

Habilidades laborales del futuro inmediato

En el reportaje, “Do Colleges Truly Understand What Students Want from Them?”, de Michael B. Orn y Bob Moesta, publicado en Harvard Business Review en línea, los autores afirman:

“De acuerdo con el Foro Económico Mundial, menos del 30 por ciento de las compañías considera que tienen el talento digital que requieren y un sondeo del Wall Street Journal mostró que 89 por ciento de los ejecutivos batallan para encontrar candidatos con la mezcla correcta de habilidades “blandas” como el trabajo en equipo, la comunicación y la adaptabilidad”.

Para ampliar este tema, El Universal conversó con tres expertos en la materia, que han laborado tanto en las áreas de Recursos Humanos como en la academia y en la consultoría profesional.

Así, Álvaro Gordoa, consultor en imagen pública y rector del Colegio de Imagen Pública, manifestó: “Siempre existe una brecha entre la teoría y la práctica. También siempre existe una brecha entre la aplicación de un conocimiento y el emprendimiento. Esto especialmente ocurre en aquellas carreras cuyos egresados quieren hacer su propio negocio. La gran mayoría de los procesos universitarios en la actualidad son meramente educativos; es decir, que tienen las bases académicas de un plan de estudios que se concentra en las “habilidades duras”, que son las fundamentales para hacer tu trabajo, sí, pero al proceso educativo le hace falta tener más materias de un proceso formativo, en el que se dan “habilidades suaves”. Por ejemplo, a un contador le van a enseñar estadística, proyecciones, leyes fiscales, programas informáticos, como Excel, etcétera. Pero difícilmente en su carrera llevará habilidades como uso de la palabra oral, persuasión, negociación, relaciones públicas, imagen física, apariencia personal; cuestiones de dirección: previsión, planeación, organización, gestión, delegación de funciones, pensamiento creativo para una estrategia fiscal y demás. En este ejemplo, los egresados finalmente son contadores, pero como tales, no les enseñan la parte que muchas veces el mercado laboral busca en un contador. Alguien que sepa vender, negociar, que sepa mucho del recurso humano y tenga buenas relaciones interpersonales. Justo esto es la brecha que están encontrando en casi todas las carreras los universitarios. Otro ejemplo, el de un médico. Tiene conocimientos sólidos de su especialidad, pero difícilmente le van a enseñar la operación administrativa de un consultorio, la retroalimentación con los pacientes, el diseño de interiores adecuado para un recinto médico, etcétera. Por eso, la interacción multidisciplinaria con otras profesiones es muy importante”.

“En el Colegio de Imagen Pública, cuando encontramos esta brecha, decidimos cerrarla. Somos expertos en el manejo de la percepción, acompañada de liderazgo, emprendimiento, impacto social, y en el último año, que la teoría se lleve a la práctica”.


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Jaime Zárate Domínguez, director divisional de posgrados, investigación, educación continua y a distancia de la UIC. “Es un tema complejo y difícil. En la actualidad, la distancia que puede haber entre lo que las universidades formamos y lo que las empresas requieren, puede estar en sintonía, si pensamos en lo regional, y puede estar alejado, si pensamos en lo global. En consecuencia, nuestro reto no es solamente dar soluciones a la sociedad, sino en dar soluciones al contexto global. En esto, como universidades mexicanas en general, creo que sí hay una brecha. En cambio, en el contexto mexicano, nos acercamos cada vez más a cubrir las necesidades que las empresas tienen. Un ejemplo claro es el idioma. El inglés. Cuando preguntamos a los egresados qué tanto emplean este idioma en su actividad profesional, encontramos que los porcentajes son mínimos. Pero si lo sondeamos desde una perspectiva global, los porcentajes aumentan. Por ello, es necesario distinguir los contextos”.

“Tenemos las habilidades transversales, también llamadas competencias o “habilidades suaves”. En lo personal, creo que es más preciso hablar de competencias que de habilidades, porque la competencia tiene una base de conocimiento, un aspecto afectivo y uno conativo, relacionado con la esfera de la personalidad y se realiza en un determinado contexto. Un ejemplo son la flexibilidad y la adaptabilidad, que ayudarán al egresado, entre otras cosas, a distinguir entre lo global y lo local y que él mismo se pueda adaptar a esos contextos. Por ello, los modelos actuales ya no se centran tanto en el contenido, sino en este tipo de competencias que se requieren. Otra competencia transversal es la habilidad de comunicación, oral y escrita. Por ejemplo, cuando un arquitecto va a dar una charla de divulgación, no puede utilizar ciertos términos especializados que cuando está en su gremio, entonces, la competencia de comunicación tiene que ver con la intencionalidad en la transmisión del conocimiento propio”.

“Lo que hacemos en la Universidad Intercontinental es consultar, sí, a las empresas, tenemos Consejos Consultivos por cada uno de los planes de estudio, pero integrando diversas voces: la de los empleadores y la de los egresados. Asimismo, para integrar los planes de estudio, tenemos que recurrir a análisis prospectivos, revisar las tendencias futuras. La educación trabaja con períodos de cinco a quince años. En consecuencia, debemos prever qué ocurrirá en la sociedad durante ese tiempo. Para que cuando nuestros estudiantes concluyan, la realidad en la que se van a insertar sea lo más cercana posible a lo que nosotros previmos cuando ingresaron a la universidad. Así, al planear, utilizamos siempre líneas de tendencia, si estas cambian, estamos siempre muy atentos para hacer las modificaciones correspondientes a los planes de estudio. Por eso, un plan de estudio es una hipótesis. Ese es el gran reto de la educación: trabajar sobre una visión adelantada en realidades que todavía no existen. En esta construcción, la voz de los empleadores es muy importante, porque muchas veces tienen claro hacia dónde se van a dirigir sus empresas en el porvenir. Junto con esto, tenemos muy presente la parte social. No podemos generar profesionistas que respondan solamente a las necesidades del mercado, sino que también deben de tener ciertos valores para insertarse adecuadamente en la sociedad; la honestidad, por ejemplo, que es un valor transversal primordial. Una profesión es un servicio al otro. Formamos ante todo personas. Junto con esta, también las empresas requieren que se tenga la competencia transversal del deseo de aprender; es decir, el aprendizaje para toda la vida, no sólo en lo académico, sino el aprendizaje constante en lo general, se requiere que el trabajador tenga esa motivación”.

“Con el cambio de realidades del mundo actual, se ha modificado el estatus entre habilidades gerenciales y habilidades generales. Por ejemplo, antes competencias como la orientación a resultados y la resolución de problemas, se requerían para los niveles gerenciales; en cambio, en la actualidad se solicitan para todos los niveles de una empresa. Esto responde a los enfoques de las empresas que obedecen a las modificaciones en las maneras de concebir las organizaciones. En nuestros días, la estructura transversal ha superado a la antigua estructura vertical de las empresas, como resultado tanto de la búsqueda de funcionalidad como de la integración global. Ello nos lleva a las transformaciones de la producción, de los cuales decimos que estamos ahora en la producción 4.0 con su respectiva educación 4.0. Lo cual no significa que la educación responda de manera unívoca a las necesidades de la producción, porque también propone realidades alternativas. La relación entre ambas es dinámica, dialógica, de mutua retroalimentación”.




Con una larga trayectoria en los Recursos Humanos corporativos y desde hace varios años dedicada al headhunting para PyMes, Friné López Buentello: “Depende de la carrera y, específicamente, de la universidad de egreso. En mi experiencia, por ejemplo, en el caso específico de una empresa de tecnología con la que trabajé, encontré que los recién egresados de UPICSA (perteneciente al Instituto Politécnico Nacional) eran excelentes para el trabajo operativo: seguían correctamente las instrucciones, realizaban muy bien las investigaciones que se les pedían, estaban muy enfocados en las tareas asignadas. La brecha con ellos la teníamos entonces en el siguiente paso: cuando pasaban de técnicos a gerentes. Les costaba mucho trabajo dar ese paso; en liderazgo, trabajo de equipo, delegación de funciones, etcétera. No significa esto que no se podía, pero sí era necesario dedicar más tiempo para capacitarlos. En otro caso, trabajando con una empresa con necesidades de personal para el área de las ciencias humanas, me ocurrió lo contrario con los egresados Tec de Monterrey que fueron contratados tenían dificultades para atender al detalle, enfocarse a lo que en específico se les pedía. En cambio, presentaban gran disposición para el liderazgo, trabajo en equipo y el auto aprendizaje. Ahora, sería muy aventurado decir que un centro de estudios capacita para ser operarios y el otro para ser gerentes; sin embargo, sí podemos observar tendencias en esto, y no solamente en estos dos casos que he referido”.

“La tendencia actual es que mucho de lo que se requiere va más allá de la excelencia académica tradicional. Creatividad, pensamiento estratégico, negociación, relaciones interpersonales, etcétera, dominan hoy algunos de los requerimientos más importantes de las empresas. Incluso hay clientes que ya no me piden que busque una licenciatura en específico, sino si el candidato posee este tipo de capacidades. Por ello, los buscadores de talento, en los últimos años hemos tenido que modificar la manera de buscarlo. Muchas universidades también ya se encaminan a un ajuste similar en sus programas de estudio. Por lo pronto, en general, las empresas sí invierten para el desarrollo de aquellas habilidades y competencias que la persona no trae de origen, pero siempre y cuando vean potencial en el empleado. Aquí la evaluación es siempre individual. En todas las empresas que he trabajado se ha hecho esta inversión bajo ese parámetro”.

 

El proceso de madurez de la personalidad.

De acuerdo con el profesor Zárate, “En la etapa de desarrollo de la personalidad en la que se encuentran los estudiantes universitarios, cuya media de edad es entre los 18 y los 22 años, ésta se encuentra aún en consolidación. En ocasiones, los empleadores ya hablan de requerir ciertos rasgos de personalidad, que probablemente egresado universitario aún no tiene plenamente desarrollados, ya que no hay que olvidar la parte del desarrollo biológico que todos tenemos. Esto es fundamental tener presente al momento de formar a los universitarios. Diversas teorías concuerdan en que a los 18 años la personalidad sufre un replanteamiento, siendo en el curso de los siguientes años cuando ésta se configura plenamente, hacia los 23 años”.

 

La importancia de las habilidades transversales.

De acuerdo con Álvaro Gordoa, “Los egresados universitarios sí necesitan tener las habilidades “soft” para que puedan potenciar a lo que se dedican. Por ejemplo, una habilidad dura de un basquetbolista (que si bien no es una carrera, sí es una profesión) es tener la técnica depurada del juego y ser un atleta; pero las habilidades suaves para él son expresarse con claridad en las entrevistas, manejo de medios de comunicación, de sus redes sociales, etcétera. También hay carreras que se inclinan más a la formación de empleados y otras a la formación se empresarios (y en ambos casos se puede ser exitoso en lo económico y en lo social). Por ejemplo, los abogados, los médicos, los consultores de imagen pública, a lo que normalmente aspiran los estudiantes es a tener su propio despacho. En cambio, quien estudia mecatrónica o ingeniería generalmente es para contratarse. En ambos casos, es importante la preparación en las habilidades suaves”.

 

Qué es la producción 4.0.

En el artículo “What is Industry 4.0?”, publicado en Forbes en línea, el analista Bernard Marr, establece que “estamos en medio de una transformación significativa relativa a la manera en que producimos mercancías debida a la digitalización de la manufactura. Esta transición ha sido tan importante que se ha llamado “Industria 4.0” para significar la cuarta revolución que ha ocurrido en la manufactura”. Y ejemplifica: “las computadoras se comunican entre sí para tomar decisiones sin la intervención humana. Una combinación de sistemas cibernéticos y físicos, el Internet de las cosas y el Internet de los sistemas han hecho posible el surgimiento de las fábricas inteligentes y de la Industria 4.0”.

*Una versión algo distinta de este texto fue publicada en el suplemento Generación Universitaria de El Universal. Se puede ver el PDF del original en la siguiente liga:

https://drive.google.com/file/d/1ZNmUU90fSb087t-J9BWmi7yiHC4n2eF6/view?usp=sharing

lunes, 1 de junio de 2020

Las posibilidades productivas de las microalgas




Una realidad civilizatoria actual es que, en el mediano plazo, los combustibles fósiles irán decreciendo en cuanto a uso y sustentabilidad. El “Plan de Aire Limpio” del gobierno inglés, anunciado a principios del 2018, por medio del cual quedarán prohibidos todos los vehículos a diésel y gasolina en suelo británico para el año 2040, es quizá el mayor indicador mundial de esta tendencia.
En consecuencia, existe una necesidad global de acelerar las investigaciones en torno a los combustibles alternativos, puesto que, si bien se puede llegar a no depender del petróleo y sus derivados, lo que no puede parar es la productividad de las naciones para la generación global del valor. Una de las metas de esto, es que los nuevos combustibles rectifiquen el factor contaminante que, como se sabe, es el mayor defecto que durante más de un siglo han tenido los combustibles fósiles. 

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El dato: Cómo son las microalgas: son seres de tamaño microscópico, de diferentes formas, como esferas o espirales; también hay filamentos, como palillos. En conjunto, son lo que conforma ese color verdoso que se llega a ver en algunas fuentes con agua estancada, por ejemplo.
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En México, existe un interesante cuerpo de investigación y desarrollo sobre el particular que trabaja con microalgas. En el artículo, “Producción de biodiésel a partir de microalgas y una cianobacteria cultivadas en diferentes calidades de agua”*, se señala uno de los objetivos centrales de este desarrollo: “Una alternativa es usar microalgas como materia prima, ya que pueden aplicarse en zonas no aptas para los cultivos tradicionales y alcanzan tasas de crecimiento altas. Sin embargo, muchas tecnologías de cultivo de microalgas involucran el uso de agua no contaminada, fertilizantes e inyección de CO2 para su crecimiento, lo cual eleva el costo de la producción de biomasa algal y reduce su atractivo como tecnología. Para minimizar estos inconvenientes, una alternativa de cultivo es usar aguas residuales municipales, de la agricultura y la ganadería, donde las microalgas pueden desarrollarse aprovechando los nutrientes en este tipo de descargas. Esta integración permite: 1) tratar las aguas residuales; 2) obtener un efluente de alta calidad; 3) generar biomasa algal útil para producir biodiésel o biogás”.


Parte del proceso de cultivo de microalgas en la Universidad Autónoma Metropolitana.


Para ahondar en este apasionante tema, El Universal conversó con algunos académicos involucrados en el proyecto. Así, uno de los autores del texto citado, el doctor en Ciencias Biológicas Federico Alejandro Alva Martínez, investigador del Departamento de Hidrobiología de la UAM Iztapalapa, comentó que la UAM lleva ya 15 años en la investigación y desarrollo de las microalgas. Destacó también cuáles serían los lineamientos generales para la producción masiva de esta fuente de energía natural:
“Las microalgas sí son generadoras de energía, pero hay que establecer bien las cantidades y las áreas que se requieren para desarrollar esto. Entre más grande sea el área a desarrollar, el costo será más barato y, por lo tanto, será rentable. Hay, entonces, dos tipos de proyecto: intensivos o extensivos. El primero es en el que se utilizan tubos para que se desarrollen las microalgas. El segundo, es cuando se tiene un estanque y se deja que las microalgas crezcan a la intemperie; en principio, bajo cualquiera de las dos modalidades, México tiene un enorme potencial para desarrollar este tipo de proyectos. Pero no hay todavía quien los realice a gran escala. Aunque hay honrosas excepciones, como en el estado de Tabasco, donde con apoyo gubernamental [en la pasada administración] establecieron invernaderos y una planta de desarrollo de microalgas”.
Por su parte, la maestra en biología Mónica Cristina Rodríguez Palacio, investigadora del Departamento de Hidrobiología de la UAM Iztapalapa, detalló parte del proceso que propicia los usos productivos de estos seres microscópicos:
“En la universidad, tenemos una colección de cultivos de microalgas que se han aislado de diferentes regiones de la República Mexicana. Poseemos más de 400 cepas y, con algunas de ellas, se están haciendo estudios en búsqueda de usos y aplicaciones para beneficio del ser humano y del medio ambiente”. Destacó que uno de los rubros importantes que se han desarrollado es el alimenticio: “Trabajamos en sistemas artificiales de cultivo en los que se produce una gran cantidad de biomasa que se puede utilizar para diferentes fines. Por ejemplo, estamos cultivando el alga espirulina, que de manera natural crecía en el lago de Texcoco, y era secada y comida como complemento alimenticio por los aztecas, ya que hoy sabemos, tiene una alta cantidad de proteína. En la actualidad, hemos establecido sistemas de cultivo del alga en comunidades rurales de Puebla y de Oaxaca, donde se enseña también a cosechar y consumir las algas con la finalidad de mejorar la ingesta de proteínas en estas comunidades que están con grados importantes de marginación y desnutrición”.
También hay un uso relevante en la limpieza de factores determinantes de la ecología: el aire y el agua: “En la vertiente de problemas ambientales, tenemos un centro bioreactor en la universidad, que capta CO2, que es uno de los gases del efecto de invernadero. También pueden crecer algas en aguas residuales, limpiando este tipo de agua de toda la carga orgánica; entonces, tienen un beneficio ambiental, porque además de esta depuración del agua residual, capturan gases de efecto invernadero. La biomasa que se genera, es decir, de las algas en su ambiente, acumula una gran cantidad de nutrientes en sus células, los cuales se pueden ocupar después como fertilizantes”.
Y, uno de los aspectos más interesantes e incluso apremiantes, es la generación de combustible biológico para el uso cotidiano: “En el desarrollo de biocombustibles, se seleccionan algas que, de manera natural, acumulan gran cantidad de lípidos; básicamente, las algas clorofitas son las que estamos trabajando en afluentes contaminados, como son aguas residuales municipales, industriales o producto de algún desecho agrícola, de manera que se amortigua el uso de alimento para el alga y todo su proceso de crecimiento genera una gran cantidad de biomasa que ocupamos para la extracción de los aceites: las algas acumulan en su cuerpo los lípidos, y se corrobora que sean triglicéridos para realizar su transformación en biocombustibles. En México ya hay proyectos muy grandes para su utilización; por ejemplo, en ASAA, Aerolíneas y Servicios Auxiliares de Aviación, se está requiriendo un 20% de biodiesel, que debe ir en los aviones mexicanos. En México se cuenta también con una biorefinería en el estado de Hidalgo. También hay en el sector empresarial quienes se están dedicando a los desarrollos productivos con base en las microalgas: Biomex y un departamento de cultivo e investigación de microalgas en Óleo Palma, ambas de Guadalajara”.

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El dato: un ciclo ecológico virtuoso. El doctor Alva Martínez, destacó uno de los procesos cíclicos de las microalgas: “Una de las estrategias actuales para el uso de microalgas en beneficio humano, es su utilización para el control de las aguas contaminadas. Entonces, tenemos plantas de tratamiento con base en ellas, que genera biomasa utilizable como fertilizantes; o, en el caso de las poseedoras de lípidos, combustibles”.
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*Artículo disponible en línea en:


Este reportaje fue originalmente publicado en el suplemento Medio ambiente de El Universal.

El PDF del texto impreso se puede ver en:

https://drive.google.com/file/d/1Nw-pvyEop9kww0iZsjnjziblSl63tZqC/view?usp=sharing

Un balance de la "medicina alternativa"



Nuestra era, bien llamada “época posmoderna” por filósofos y sociólogos, se caracteriza por el cuestionamiento de las verdades establecidas en los últimos 300 años. Entre ellas, se encuentra la pertinencia de los postulados científicos tradicionales.
Por ello, en nuestro tiempo, ha habido una abundancia de prácticas médicas alternativas. Actividades que intentan la sanación por medios divergentes (como la homeopatía), esotéricos (como el manejo de energías minerales), o por añejas sabidurías (como la acupuntura).

Por ello, en conversación con “El Gran Diario de México”, el doctor Alejandro Macías,  médico internista e infectólogo por la Universidad de Guanajuato, con posgrados en la UNAM, Instituto Nacional de Nutrición “Salvador Zubirán”, UCLA, y la Universidad de Londres, destaca que el principal valor de estas prácticas curativas es el acompañamiento psicológico del paciente: “Hay que reconocer que hay terapias que son placebos y acaso causan daño al bolsillo, como son la aromaterapia, la magnetoterapia y la acupuntura (cuado se practica con asepsia). Desde luego que  los practicantes de las terapias alternativas pueden brindar atención y consuelo, lo que pudiera conferirle algún valor social. Por desgracia, las terapias alternativas están plagadas de practicantes voraces. Al final, es preferible que las terapias alternativas sean placebos, pues cuando no lo son, como la herbolaria o la prescripción de productos “naturales”, pueden intoxicar y hasta matar”. 


La única medicina que existe es la científica; lo demás son paliativos o placebos pasajeros.


Quien fuera Comisionado Nacional para la influenza, durante la pandemia de influenza H1N1 de 2009 en México, destaca que solamente hay un saber concreto al que se le denomina ‘medicina’: aquel que sigue las reglas del método científico. “Hoy por hoy, la única medicina debe ser la que se fundamenta en la mejor evidencia disponible. Cuando no se le sigue, se renuncia a la obligación de demostrar que lo que se hace sirve para algo: esa es la medicina alternativa, la que no admite que debe brindar evidencias y, por tanto, no tiene manera de demostrar su efectividad más allá de testimoniales. Se basa en teorías, ocurrencias o postulados que pueden parecer lógicos, pero que no se rinden ante la evidencia ni se actualizan con ella”. 
No obstante, nuestra época es propicia para la abundancia de prácticas curativas divergentes. Quien también es académico de la Academia Nacional de Medicina e investigador nacional nivel 3, explica las razones de la extensa popularidad de éstas: “Hay muchos motivos, mencionaré algunos por su importancia. En primer lugar, la medicina no tiene una cura para todo y, en situaciones desesperadas, los pacientes buscan cualquier alternativa, a cualquier costo. En segundo lugar, algunos practicantes de las terapias alternativas saben vender bien su producto y desarrollan buena relación con la gente. En tercer lugar, las terapias alternativas son muy buen negocio y sus practicantes no sufren acosos legales; es muy raro que se les lleve a juicio, así inyecten orina o den piquetes con abejas. Finalmente, la mayoría de la gente tiene una pobre educación en ciencia, evidencias y probabilidades, por lo que mantienen un pensamiento mágico que es también explotado por las terapias alternativas”.
A pesar de la severidad de sus asertos, el doctor Macías es reconocido por su profundo compromiso social y por su permanente interacción con el mundo cotidiano. Por ello expresa la convicción incluyente de la práctica y el saber médicos, siempre con apego a los mejores estándares de dicha ciencia: “Los practicantes de la medicina basada en evidencias debemos siempre estar abiertos a que pueden aparecer nuevas herramientas de utilidad, que deben demostrarse en estudios clínicos antes de incorporarse a la práctica. La aceptación ciega de alternativas terapéuticas no es apertura mental, es una renuncia a la obligación ética de practicar la medicina sobre la base de la mejor evidencia disponible”.

El dilema de la homeopatía.
Desde hace décadas hay un intenso debate sobre la función de la homeopatía, desde quienes afirman que es una alternativa médica real, sin consecuencias negativas inesperadas para el organismo, hasta los que afirman que es simple y llana charlatanería.
Para Alejandro Macías, el dictamen es claro: “La homeopatía es la dilución casi ad infinitum de sustancias, hasta el punto de que en el producto final sólo puede detectarse agua y azúcar. De hecho, todos los productos homeopáticos son iguales pues nada queda después de diluir una sustancia 30 veces. Es, en fin, un placebo y no podemos exigirle más. A pesar de ser un placebo, en varios países (como España e Inglaterra) la homeopatía ha sido declarada ya como inútil en el mejor caso, y una carga para el gasto en medicina”.

⇰Puedes seguir al doctor Alejandro Macías en Twitter:
 @doctormacias

*Este artículo fue originalmente publicado en el suplemento Chécate de El Universal.
Se puede ver el PDF del texto impreso en la siguiente liga:

https://drive.google.com/file/d/1CAlrWltSSGyZGQUXryRAwVb7hJEQpuMc/view?usp=sharing