Desenlato ahora, como exclusiva para el Blog, esta
conversación con Gustavo Cerati, sostenida hace diez años con un reducido grupo
de periodistas, mí mismo incluido, con motivo de su entonces reciente disco, 11 episodios sinfónicos. Hoy, que del
genio y del artista sólo queda una absurda y chocarrera momificación, sus opiniones
siguen siendo de interés. El presente intercambio de ideas, fue concebido para
ser publicado por la hoy extinta revista Origina,
pero diversos factores comunes a los medios impresos, impidieron que saliera a
prensa. Así que, una década después, la ofrezco a ustedes, ahora que de manera
tristísima el gran canta-autor ya no puede hablar más.
Resplandeciente figura del rock concebido en lengua
española pero con acabado internacional, con veinte años en el negocio de la
música, el vocalista y compositor argentino Gustavo Cerati explora lo mismo los
caminos del alternativo, la electrónica y, recientemente, de la instrumentación
sinfónica desde la presentación de su disco 11
episodios sinfónicos...
Si existe una personalidad dentro de la todavía magra y
relativamente joven constelacion de personajes del rock en español que pueda
llamarse rock star con todas las de
la ley, es Gustavo Cerati. Y no sólo como parte del panorama del mencionado
género, sino dentro del círculo de los grandes representantes de la música
contemporánea en el nivel mundial, ya que su ebullescencia creativa ha
explorado diferentes caminos de la expresión musical pasando por el pop, el grunge, la psicodelia, los ritmos
electrónicos, la fusión y, muy recientemente, la musicalización y adaptación
sinfónica.
Nacido
en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, en 1959, Gustavo Alberto Cerati Clark
estudió mercadotecnia en la universidad El Salvador de su metrópoli natal,
profesión que nunca ejerció formalmente, debido a que el impulso musical pudo
más que cualquiera otra elección de vida. Esta afición lo llevo a formar desde
adolescente algunas bandas informales durante los primeros años de la década de
los ochenta hasta que en 1983, recién recobrada la democracia en aquellas tierras
tras los sangrientos años de la última dictadura, forma con sus entonces
amigos, el baterista Charly Alberti y el bajista Héctor “Zeta” Bosio, la más
grande agrupación de rock de hispanoamérica: Soda Stereo. Hoy, la extinta
banda, después de catorce años de vigorosa existencia que terminara en 1997, es
ya leyenda y referente.
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En la época del 11 episodios sinfónicos. |
Una característica que ha sellado la trayectoria musical
del artista porteño, que cuenta en su haber con los discos en solitario Amor amarillo del año ’94 y el
inmaculado Bocanada de 1999, ha sido
su irrefrenable impulso vanguardista; un incesante cosquilleo musical que ha
hecho que sus trabajos se vuelvan con celeridad clásicos dentro de su género.
Es como si el compositor tuviera claro que lo que ya ha sido concebido, siempre
lo es de manera provisional; que la creación es un acto de perpetua innovación,
autocrítica y perfeccionamiento continuo. Al respecto, bastan dos ejemplos: Uno
de los primeros sencillos de la entonces flamante banda fue “Un misil en mi
placard”, pieza extraída de su álbum debut, Soda
Stereo. El tema era un especie de ska
primitivo con una descarada guitarra –¡de Cerati!– copiando casi a la nota los
acordes de “Roxanne” del grupo inglés The Police que hiciera furor en el mundo
del pop internacional de aquellos años. Trece años y varias vueltas del mundo
después, una vez que Soda era ya un clásico de resonancias internacionales, el
guitarrista y vocalista decide reconstruir aquella lejana y vergonzante versión
con motivo de la grabación del Unplugged
para la MTV. El resultado es una de las mejores piezas del rock en español
hecha sobre acordes electro-acústicos; precisos, claros, filosos, evocadores,
insuperables. Así, la versión ’96 de “Un misil en mi placard” (la única canción
política del grupo) comparte sólo el nombre y la letra con la de principios de
los ochenta. Autocrítica constructiva que le llaman.
Una de las creaciones favoritas del también loop programer y arreglista sinfónico es
“Signos” que viera luz con el disco homónimo de 1987 (grabación, por cierto,
con la que el grupo alcanzara la madurez del sonido propio y se catapultara a
la consagración de los años por venir). Desde entonces, la composición ha
pasado por una serie de reelaboraciones que han logrado extraer y proporcionar
una serie de matices insospechados a una pieza ya de suyo de excelente factura
original. De los arreglos que la dotan de profundidad melancólica y penetración
roquera en la versión en vivo de 1987 (plasmada en la grabación en directo de ese
año, Ruido blanco), a la fastuosidad
sinfónica de la grabación solista que circula por estos meses (11 episodios sinfónicos), pasando por la
que tal vez sea su mejor rehechura: el arreglo de tango que presentaran por
primera y última vez durante la gira de despedida de 1997; versión recogida el
álbum doble, El último concierto del
año referido. La música, entonces, no se está quieta, Según lo muestra su obra,
para Cerati las composiciones son como peces: bellos y vistosos, listos para
ser admirados, pero siempre en movimiento, porque cuando se aquietan es que ya
no existen más.
Con motivo de su visita a nuestro país para ofrecer un
único concierto (de tres, quizá cuatro, a nivel continental) de apoyo a su
flamante 11 episodios sinfónicos, Gustavo
Cerati conversó, breve pero sustancialmente, sobre temas diversos. De su
posición respecto a Soda Stereo hasta sus proyectos a futuro, así como lo que
representa su nueva propuesta musical, lo mismo que la música en general en lo
que él vislumbra como un momento expectante en la historia mundial
contemporánea.
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Los tiempos del Siempre es hoy, 2003. |
Definiciones: Postura musical y momento personal y artístico.
Desde siempre, Gustavo Cerati ha transmitido ante el
público y ante los medios la correcta imagen de lo que es: un rock star de alto calibre. Quizá la
única figura del género que desde estas tierras ha adquirido nivel y calidad
internacionales. Seguro de sí mismo, pero nunca arrogante; satisfecho, pero
nunca conformista, sereno a sus cuarenta y dos años, el canta-autor comienza
por definir su posición dentro del show
business, así como su momento personal que, indica, es parte de un entorno
global:
“No me
gusta estar embanderado en una idea o ser partícipe de una especie de contienda
[tan llevada y traída en la actualidad] entre lo electrónico y lo no
electrónico, lo noble y lo innoble, el rock o el no rock, el pop, lo comercial,
lo que sea; sí, en realidad estoy muy poco interesado por ese tipo de
situaciones. Sí me parece, en cambio, que como músico, en la medida en que hay
algún proyecto, alguna idea que me entusiasma y que me lleva a otro tipo de
circunstancias en lo creativo, que me da una inspiración nueva, la tomo y la
realizo. Mi último proyecto, por ejemplo, puede verse como algo clásico y para
mí es un paso hacia adelante. Plantarme y cantar con una sinfónica, me parece
una especie de sueño poder hacerlo. No lo veo menos interesante que hacer cosas
con música electrónica, que también las hago. En mí van confluyendo todas las
cosas con las que voy trabajando y aprendiendo.
”La
inercia creativa me va llevando. He madurado en el sentido de qué sé qué quiero
y qué lugar tengo, aunque tampoco me hago muchas proyecciones a futuro. Voy
trabajando paso a paso, disfrutando cada ciclo”.
”En
esta etapa de mi vida, me siento bien y expectante. Y eso incorpora un montón
de cosas que no sólo conciernen a mí, sino de manera general: es un movimiento
planetario, casi universal. Creo que las cosas están llegando a su punto límite
en muchos aspectos. Parecería que cambios se avizoran (aunque, claro, por ahí
uno se equivoca y todo sigue igual, con la eterna desesperanza del ser humano);
siento que es un momento muy interesante, con ello no me pronuncio si es muy
feliz o totalmente infeliz, no. Es como lo que pasó en Nueva York (el 11/S).
Por un lado es tremendo, y por otro, significa algo muy importante que si no se
aprovecha, se pierde. Así, me da la impresión que este tono de los tiempos
influye en lo que pasa en mi vida y en la de mucha gente. Algo pasa en general.
Algo ya llegó a cocinarse demasiado. Y, sí, estoy en una etapa en la que se movilizan
mucho mis estructuras, cosa que ayuda en gran medida a lo que hago en mi
carrera. Estoy bien, haciendo lo que quiero hacer”.
La persistencia del pasado y la novedosa experiencia
sinfónica.
Cuenta Charly Alberti, quien fuera el único baterista de
Soda Stereo y ahora director del sitio de música en Internet Yeyeye.com, que,
tras un periodo creciente y acumulativo de desazón con la banda, un buen día de
principios del 1997 llamó a Gustavo Cerati y le dijo “Deshagamos al grupo”.
Cosa con la que Cerati estuvo de acuerdo (no sin antes concertar una gira y un
CD de despedida). Desde entonces, la relación entre los tres músicos ha sido
distante por no decir nula. No obstante, siendo el único de ellos que ha
seguido con una carrera solista dentro del mundo del rock (Héctor “Zeta” Bosio
se dedica a la producción musical, en especial de ejecutantes de ritmos
electrónicos), sigue siendo identificado con la trayectoria del grupo y entre
sus seguidores existe la percepción de que la banda y Cerati solista son dos
facetas de un mismo aliento artístico. La grabación sinfónica que ha presentado
este año con temas de la banda parece confirmar dicha apreciación. (Que, por
cierto, aclara que “Hace mucho que no
hablo ni veo a Charly y a Zeta, así que no sé qué opinan de estas versiones”.)
Al respecto, el músico afirma:
“El hecho de
elegir canciones de diferentes periodos de mi carrera es una forma de enlazarme
con el pasado. Pero la lectura es tan nueva que de alguna manera representa
algo distinto en el consciente colectivo de las personas que escucharon y
escuchan todavía a Soda Stereo, entre las cuales me incluyo yo. En ningún
momento he tenido una situación en la que haya de renegar de mi pasado. Es
natural que después de que un grupo se desbanda o de que hemos decidido
separarnos, tratemos de alejarnos rápidamente de eso y tener una nueva vida,
pero eso no significa hacer un corte con lo que pasó en tu vida. La situación
en la que estoy ahora es gracias a todo eso. Me pareció que sería interesante.
La gente me pide mucho temas de Soda Stereo y es natural que sea así. No tengo
prejuicios al respecto. Por supuesto, estoy haciendo discos nuevos y eso es lo
que quiero mostrar, pero interpretar ahora temas de entonces me pareció una
salida interesante. Son versiones totalmente diferentes que a lo mejor capturan
la esencia de la canción y, en ese sentido, se hace una conexión con la gente.
Me pareció algo muy grande hacerlas en este concierto”.
Al mismo tiempo, la flamante aventura sinfónica del
intérprete (uno escucha el disco y es un verdadero concierto de música de
cámara para orquesta sinfónica y voz) es un salto inédito no sólo dentro de su
producción personal, sino dentro del rock contemporáneo. Diversos rasgos destacan
en este proyecto, entre ellos, Gustavo Cerati destaca que:
“Sin duda
no es un disco nuevo, en cuanto que no estoy presentando canciones nuevas, pero
sí estoy presentando una forma nueva de hacer canciones que son mías desde hace
mucho. Y me gusta que sea así y no tratar de competir con las versiones
originales con una banda más o menos parecida.
”A
diferencia de un concierto con mi banda, en el que toco la guitarra y otros
instrumentos y canto, acá me tuve que poner en la piel de intérprete. Casi como
si no hubiera sido yo el compositor. No hay paralelos con esto. Tendría que
referirme a cantantes con orquesta o con sinfónica, pero no hay muchos casos
tampoco, y menos que vengan del rock. Entonces, no sabía muy bien cuál era mi
situación, aunque sí decidimos no utilizar ningún elemento más de los
sinfónicos. Interpreto una nueva imagen de cada canción; por momentos pomposa,
por momentos melancólica, evidentemente mucho más, yo diría, overdrive, como llevadas a extremos, ya
que las masas sonoras son muy diferentes a las que podía considerar cuando hice
las canciones. Así que me lleva por lugares muy diferentes a la versión
original.
”Dado
que mis canciones no son historias, tengo una imposibilidad casi total para
escribir historias, no pude ni de chico, me gusta ocuparme de algún punto en
especial y desarrollarlo. Temas sí tengo, pocos; en carne de un psicólogo deben
ser uno o dos nada más (risas). Lo que sí, cada momento musical con este nuevo
tratamiento es digno de un episodio. Lo que es triste es súper triste, lo que
es pomposo es muy pomposo, lo mismo lo que es heroico. Por ejemplo, “Corazón
delator”, que sí yo hubiera podido hacerlo desde el principio, así la hubiera
escrito.
”Por otra
parte, la mayoría de las experiencias del rock y del pop que tienen que ver con
lo sinfónico han sido realmente combinaciones entre banda y orquesta, al estilo
de Deep Purple o Metallica; en ese sentido, no quisimos hibridizar la
situación.
”No puedo
dejar de pensar que soy un músico de rock, de cultura de rock, así que esta
producción la concebí con una actitud rock, pero no se queda ahí, desde luego.
Y, también, nunca en toda mi cultura rock, he escuchado algo tan potente como
cincuenta tipos pegándole a un instrumento al mismo tiempo, no hay nada más
poderoso que eso”.
El proyecto de poner una piel y un color sinfónicos a
temas clásicos de Soda Stereo y Cerati solista que culminara con la grabación
de 11 episodios sinfónicos tomó por
sorpresa a sus fans, quienes si bien ya esperaban desde hacía dos años y medio
la aparición de una producción del guitarrista y loop programer, desde el exitoso Bocanada de septiembre de 1999, prácticamente nadie esperaba algo
así, al mismo tiempo tan fino y alucinante. En este sentido, Cerati cuenta que
“En el
principio, la idea de hacer algo con una sinfónica surgió de Diego Sáenz, que es
un poco el productor de este proyecto, y hace como cinco años me propuso hacer
algo con una sinfónica. No sabía bien qué, pero algo tenía en la cabeza.
Finalmente, la idea surgió. Después de muchas idas y venidas; de cosas que tal
vez podían ser interesantes, se concretó con una serie de productores que
podían financiar el proyecto, así que en septiembre del 2001 se hizo un
concierto en el Teatro Avenida de Buenos Aires, teatro de Zarzuela y de música
clásica, chico, que fue acondicionado para ser filmado y grabado y
transformarse en una especie de show de televisión y en el disco que ha salido
ya a la venta.
”Definitivamente,
no descarto la posibilidad de que haya más discos como este en el futuro,
aunque depende de diversos factores que incluyen los planes futuros de la
productora, Universo TV”.
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La gira de apoyo al Fuerza natural, la última de su vida... y de la nuestra. |
También les puede interesar mi reseña sobre el 11 episodios sinfónicos en Replicante: http://revistareplicante.com/artes/arte-musica/un-disco-olvidado/