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Revista Replicante

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domingo, 31 de mayo de 2020

Un abrupto atardecer apocalíptico (V2)


⤘Una versión previa de este texto, más literaria, se publicó en Replicante, versión impresa, número 21, volumen VI.

A principios de la década de los noventa del siglo pasado comenzó a despuntar una dinámica social insospechada para los rebeldes antisistémicos de los sesenta y setenta, e incluso para los detentadores del poder mundial. La esperanza de lograr una mejor sociedad, el ideal de acercar al organismo social hacia una mayor igualdad y mayor libertad, fue erosionando con rapidez en las grandes masas poblacionales del mundo entero.1

En cambio, el hedonismo, la búsqueda de satisfactores inmediatos y la acumulación de bienes como valor máximo se convirtieron en la norma, la guía conductual del grueso de los habitantes del sistema-mundo capitalista. En contexto, puede verse en ello la respuesta condicionada a un sistema que, en el nivel cognitivo, funciona como una incesante máquina de creación del deseo. El culto al dinero es la contraparte pragmática de ello.

Sin embargo, ha habido un inconveniente: dadas las condiciones sistémicas estructurales, no todos (de hecho, la gran mayoría) tienen la posibilidad de satisfacer los deseos que el sistema pone en circulación. De esta manera, grandes masas poblacionales ensanchan el ejército de reserva de la criminalidad organizada, puesto que ven en ello la única alternativa para hacerse con los recursos monetarios que satisfarán sus deseos. Por supuesto, a la larga el costo es muy alto (en general se paga con la vida) y el grueso de esas masas nunca pasa de ser carne de cañón de las grandes mafias, si bien es cierto que, al menos por un tiempo, ven cumplido el objetivo de poseer el dinero que de otra manera les sería imposible obtener.

Por su parte, la oligarquía que desde la pacificación de la Revolución de 1910 ha gobernado al país, pero cuyo dominio se ha intensificado en los últimos veinte años, ha cohesionado un círculo socio-económico férreo y cerrado, que además del asalto a las altas estructuras del Estado ha encontrado la posibilidad de salvaguardar sus intereses financieros, materiales, geográficos y personales en las instituciones de seguridad pública de la nación, liderados por el Ejército, a las que utiliza como verdaderos cuerpos de seguridad privada (posmodernas guardias blancas) para sus propios fines. En esto se incluye a la mayoría de los dirigentes políticos nacionales, de Obregón a López, en los cuales solamente hay diferencias de grado, pero no de especie.

Dentro de esta lógica se halla la bien llamada guerra contra el crimen organizado. Contrariamente a lo que de manera ideológica los oligarcas cupulares venden como la defensa de la integridad ciudadana, lo que en verdad está en disputa es el usufructo de los recursos nacionales, encabezados por los recursos humanos miserables; la lucha por las ganancias que su explotación produce.

Éste ha sido el terreno fértil para la explosión de una nueva manera de habérselas con la enrarecida realidad contemporánea. El nacimiento de los ordenamientos ya no antisistémicos, sino de otra especie. Al perder los ideales, se vuelven nihilistas. Al ser las masas poblacionales conscientes de su exclusión sistémica y al adherirse a enclaves cada vez más perniciosos y poderosos (las mafias), no es posible clasificarlas como lumpen, ya que su acepción en el marxismo clásico implicaba desorganización y falta de conciencia de clase. Son organizaciones sociales que dependen del voluntarismo y de la centralidad de la violencia en sus diferentes manifestaciones como paradigma de su orden interno. Entonces, propongo llamarlos movimientos contrasistémicos.


Narcotanque mexicano


En este entorno anómalo, viejas fuerzas negativas se reproducen incontroladas, a la cabeza de las cuales se encuentra el orden criminal mafioso mezclado de manera creciente son sus supuestos enemigos institucionalizados, la cúpula política y empresarial nacional. Embebido en las estructuras de poder federal y regional desde tiempo atrás, teniendo por un lado una sólida impronta entre el aparato de Estado, incluyendo a los niveles bajo y medio de éste; y, por otro lado, poseyendo una cada vez más numerosa base social, en rápida expansión debido a las carretadas de desclasados que el sistema de desigualdad social que impera en el país produce día con día. (Algo que, además, se prevé se agravará en el corto plazo debido al parón súbito de la economía a causa de la pandemia de COVID-19.)

De esta manera se ha llegado al punto de la generación y expansión vertiginosa de lo que el periodista estadounidense Sam Quiñones ha llamado con acierto «la insurgencia criminal capitalista»2 que arrasa de punta a cabo la totalidad del territorio nacional.

El futuro en el mediano plazo es ciertamente ominoso. Incluso desde una somera mirada analítica no puede sino vislumbrarse «un brusco atardecer apocalíptico»,3 por utilizar una afortunada frase de Immanuel Wallerstein. Quienes sacarán la mejor parte de este creciente orden contrasistémico son los que integran la peor parte de la sociedad. Criminales organizados, políticos cupulares y oligarcas pueden vislumbrarse en el horizonte de un impasse en el que posiblemente unan fuerzas opresivas tras una cruenta lucha entre grupos mafiosos que termine en un eventual empate.

Lejos de disolverse en el sistema o de mantenerse en la periferia de éste, los practicantes de lo que Wallerstein ha llamado «el principio de la mafia»4 en la actualidad parecen empeñados en construir un nuevo orden sistémico a la medida de sus intereses. Infortunadamente, creo que nuestra generación verá el nacimiento del primer estado corsario de la historia del país y su configuración no será nada halagüeña. Muy posiblemente los peores miedos de la civilización moderna se verán en él materializados.

 

Notas

1 Immanuel Wallerstein ha detallado esto a lo largo de su obra. En diversos textos, pero véase principalmente su Historia y dilemas de los movimientos antisistémicos, México: Contrahistorias, 2008.

2 Véase su ensayo “State of War” en Foreign Policy, número dedicado a “The Axis of Upheaval”, marzo-abril de 2009.

3 En Historia y dilemas…, obra citada, p. 135.

4 Véase Wallerstein, Utopística o las opciones históricas del siglo XXI, México: Siglo XXI-CIICH-UNAM, 2007.

Algunas enseñanzas de Magoroh Maruyama

Uno de los ejemplos sobresalientes de la lógica de la complejidad que, desde hace medio siglo ha proporcionado grandes avances en el conocimiento de los fenómenos multi factoriales, como lo son las interacciones biológicas y, por supuesto, sociales, lo encontramos en la obra pionera del ecologista y cibernetista japonés, Magoroh Maruyama. Antecedente de mucho de lo que después reinterpretarían numerosos teóricos, su obra es importante en sí misma y, para fines comunicacionales presenta una perspectiva indispensable: vivimos en un mundo de fenómenos complejos, muchos de los cuales tienden a la divergencia de las condiciones iniciales que originalmente los generaron.

Este proceso fue detallado por Maruyama en su artículo “The Second Cybernetics: Deviation-Amplifying Mutual Causal Processes”, de 1963, en el que explica cómo una condición inicial (que puede ser un acontecimiento biológico, social o cósmico) se transforma en otro acontecimiento (o en una serie de acontecimientos) inesperado, a lo cual llama “desviación de retroalimentación positiva mutuamente causal”, significando con ello que es una dinámica que acrecienta la complejidad o el “caos”, que potencialmente poseían las condiciones iniciales, en lugar de restringirla. La clave de su definición es: “todo proceso de relaciones mutuamente causales que amplifican un inicio accidental o insignificante, construyendo una desviación y una divergencia a partir de la condición inicial”. Y añade una precisión metodológica. En las relaciones mutuamente causales, “cualquiera que sea el cambio, ya sea que incremente o disminuya un estado inicial, esto se amplifica en sí mismo”. Agrega: “cada elemento tiene influencia en todos los demás elementos directa o indirectamente; y cada elemento regresa a influir en sí mismo a través de los otros elementos”.

Un ejemplo tradicional de la dinámica descrita por Maruyama son las llamadas “relaciones tóxicas”. Una pareja, en apariencia normal, discute una primera vez por algo insignificante y se ofenden verbalmente. Se disculpan y regresan. Después de algunos días de aparente tranquilidad, vuelven a discutir. Pero esta vez, uno de ellos lanza una bofetada (regularmente, aunque no exclusivamente, los hombres son quienes inician la violencia física). Se disculpan y continúan la relación. Hay una nueva discusión, pero esta vez, hay un intercambio más amplio de golpes... etcétera. A partir de un inicio aparentemente sin importancia, el asunto puede terminar incluso con el asesinato de alguno de los implicados. (Por eso dice el autor que, en los casos de amplificaciones causales mutuas en las interacciones personales, en última instancia, solo la intervención terapéutica puede romper el ciclo.)

Un ejemplo más, muy socorrido en nuestros días, es el inicio de una epidemia. De acuerdo con la información disponible (véase, por ejemplo, el artículo científico “The proximal origin of SARS-CoV-2” en la revista Nature, disponible en https://www.nature.com/articles/s41591-020-0820-9), el virus animal que hoy produce en todo el mundo la pandemia de COVID-19, es endógeno en los murciélagos y en los pangolines, animales que son manipulados en ciertas regiones rurales de China, tanto como alimento como por ser productos comerciales (se cree que las escamas de la armadura del pangolín tienen propiedades curativas, por ejemplo). Así, un inicio en apariencia insignificante, como lo es el usufructo de la vida salvaje por parte de comunidades alejadas, por medio de la desviación positiva mutuamente causal, se convierte en una crisis planetaria. Tenemos entonces el siguiente esquema:



(En caso de que no sea legible la imagen del esquema:


*Prácticas campiranas anti higiénicas; convivencia alimentaria y comercial con la vida silvestre.

 

*Salto viral interespecies acotado. Micro contagios comunitarios.

 

*El SARS-CoV-2 comienza a mutar en los organismos humanos de los micro contagios.

 

*Inicia la divergencia positiva (un nuevo modelo de virus) mutuamente causal (humanos y virus).

 

*Los portadores del virus mutado para ser más eficiente en el organismo humano llegan a grandes centros poblacionales (Wuhan).

 

*Comienzan los contagios masivos y sostenidos en China.

 

*Aprovechando la inmensa red de transporte global, el virus se disemina planetariamente.

 

*Inicia la pandemia.)



Ahora bien, una de las aportaciones de Maruyama es la revisión de la ley tradicional de la causalidad, que durante mucho tiempo trabajó con regularidades; y, por lo tanto, predictibilidades. En sus palabras: “Una pequeña desviación inicial, que se encuentra en el rango de lo altamente probable, se puede desarrollar como una desviación de muy baja probabilidad o, más precisamente, en una desviación que es muy improbable dentro del esquema de la causalidad probabilística unidireccional”. Algo que está ejemplificado en los casos señalados. Las parejas discuten todo el tiempo (algo muy probable), pero muy rara vez terminan matándose entre sí (algo improbable); no obstante, ocurre. O, en el caso del SARS-CoV-2, la falta de higiene en las comunidades rurales (algo muy probable) termina colapsando al sistema-mundo capitalista (como acertadamente llamó Immanuel Wallerstein a nuestra civilización), algo que es (o era) muy poco probable.

En la sección de “Evolution” de su ensayo, el segundo ejemplo de Maruyama es muy claro en las dinámicas de amplificación de la divergencia mutuamente causal: un salto evolutivo en las polillas las hace mejor camufladas y de movimientos más sutiles. Eso provoca que un cierto número de sus depredadores se vuelvan más capaces para detectar la novedad de las polillas: identifican mejor los camuflajes y perciben mejor los movimientos sutiles. Es decir, lo que comenzó como un pequeño núcleo adaptativo de un conjunto de las polillas, con el paso del tiempo da lugar a dos nuevos tipos de especies, tanto de las polillas mejor camufladas como de su depredador con mejores habilidades de búsqueda (que puede ser un pájaro o un reptil, por ejemplo).

Con un tono optimista, hablando de las culturas humanas, el autor afirma: “cuando hay suficiente separación entre culturas, que no es necesariamente geográfica, y que permite la diferenciación y variedad entre ellas, con suficiente intercambio entre éstas para permitir nuevas combinaciones y un enriquecimiento mutuo, la civilización humana parece entonces progresar de manera más eficiente”. Es decir, sostiene un axioma que los antropólogos han afirmado desde hace tiempo. La variedad social permite la correcta evolución de la especie humana. Hecho que incluso se ha establecido desde tiempos inmemoriales con la instauración de la exogamia que, utilizando la descripción que de ella hizo el antropólogo francés Claude Lévi-Strauss, significa la afirmación de que lo mejor es expandir la especia por medio de la armonía reproductiva. Podría decirse incluso que, de manera intuitiva, los seres humanos arcaicos propiciaron la divergencia de la retroalimentación positiva para el beneficio de su desarrollo evolutivo.

La obra de Luis Gordillo en México


El espacio postmodernista de la galería de Luis Adelantado, con sus muros claros altos y amplios, propicios para albergar volúmenes estéticos expandidos, fue el recinto idóneo para dar cabida a la fascinante obra de uno de los más destacados exponentes internacionales de la pintura abstracta del siglo XX. En efecto, Luis Gordillo (Sevilla, 1934) ha sido considerado a la altura de los grandes maestros españoles del siglo pasado, como Pablo Picasso y Joan Miró.



Gran cabeza
 

Pionero del Pop Art en la España de principios de lo sesenta, su obra ha destacado por la multiplicidad de medios que utiliza, que han abarcado lo mismo el recorte, la fotografía y las impresiones computarizadas, para conformar frescos policromos abiertos a la interpretación, si bien durante varias décadas, él explícitamente vinculó sus trabajos con la exploración psicoanalítica de la mente humana: un espacio de pura abstracción en el que las emociones, las pulsiones y los deseos se convierten en formas libres de la figuración y en una recombinación polimorfa plena de vigorosos colores.



Segunda serie roja.


Variaciones de las formas, entrelazamientos cromáticos, mixtura de materiales, el realce del color por encima de la figuración, sobre posiciones de trazos, geometrías flotantes; ecos oníricos y fuerzas de la vigilia visual convergen en las obras del artista español, generando una poderosa muestra de las posibilidades pictóricas liminales. El pintor es, al mismo tiempo, un creador del pop art, del informalismo, del surrealismo y del abstraccionismo del siglo pasado; todo ello tamizado con la búsqueda de nuevos materiales y plataformas, como la impresión digital o el recorte de planos digitales, para ponerlo al día con el posmodernismo contemporáneo.



Visión, dispersión, destrucción.


Así, en sus palabras sobre la muestra titulada Implantación de sueños, en la que ofreció un amplio conjunto de lo más representativo de su obra tardía: “Es un proceso. El proceso en mi obra ha sido muy importante. Casi todos los artistas tienen una parte juvenil en donde luchan por encontrar un estilo, y después son fieles a ese estilo durante toda la vida; en mi caso, no ocurre de esta manera. Mi estilo es constantemente dinámico. Mi estilo es el movimiento, el cambio; es como si fuera una narración: van ocurriendo cosas y, casi sin darme cuenta, estas se van sustituyendo y va moviéndose la obra. Siempre ha sido así a lo largo de mi carrera. En esta exposición, por ejemplo, hay obras muy distintas entre sí, que incluso se podría pensar que pertenecen a artistas diferentes. Yo me permito todos los caprichos en mi arte”.



Mosaico.


La exposición contó con la presencia del agregado cultural de la Embajada de España en México, maestro Carlos Ruiz González, quien manifestó que “poder disfrutar de la obra y de la presencia de Luis Gordillo en México, es un privilegio, porque ha sido fundamental en el arte contemporáneo y de vanguardia en España; ha sido uno de los grandes referentes de la pintura del siglo XX no sólo en España, sino en el mundo”. A lo que el galerista, promotor y crítico de arte Luis Adelantado, añadió que “es el artista español vivo más importante de la actualidad”.

Se reúnieron en ella 120 piezas de mediano y gran formato en las que se hace patente lo característico de la plástica de Luis Gordillo: recortes, mixtura de técnicas y de materiales (cartón sobre papel, acrílico sobre lienzo, serigrafía, impresiones láser sobre lienzo, etcétera) conformando un flujo ininterrumpido de geometrías asimétricas, amorfas, en movimiento constante, en lo que algunos críticos han llamado con acierto “naturalismo biomórfico”; es decir, la geometría paradójica de lo viviente, en este caso, de la mente humana y su compleja singularidad como espacio de los más grandes sueños y las peores pesadillas.