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Revista Replicante

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viernes, 18 de noviembre de 2011

El ímpetu creativo de Gustavo Cerati (entrevista)


Desenlato ahora, como exclusiva para el Blog, esta conversación con Gustavo Cerati, sostenida hace diez años con un reducido grupo de periodistas, mí mismo incluido, con motivo de su entonces reciente disco, 11 episodios sinfónicos. Hoy, que del genio y del artista sólo queda una absurda y chocarrera momificación, sus opiniones siguen siendo de interés. El presente intercambio de ideas, fue concebido para ser publicado por la hoy extinta revista Origina, pero diversos factores comunes a los medios impresos, impidieron que saliera a prensa. Así que, una década después, la ofrezco a ustedes, ahora que de manera tristísima el gran canta-autor ya no puede hablar más.

Resplandeciente figura del rock concebido en lengua española pero con acabado internacional, con veinte años en el negocio de la música, el vocalista y compositor argentino Gustavo Cerati explora lo mismo los caminos del alternativo, la electrónica y, recientemente, de la instrumentación sinfónica desde la presentación de su disco 11 episodios sinfónicos...

Si existe una personalidad dentro de la todavía magra y relativamente joven constelacion de personajes del rock en español que pueda llamarse rock star con todas las de la ley, es Gustavo Cerati. Y no sólo como parte del panorama del mencionado género, sino dentro del círculo de los grandes representantes de la música contemporánea en el nivel mundial, ya que su ebullescencia creativa ha explorado diferentes caminos de la expresión musical pasando por el pop, el grunge, la psicodelia, los ritmos electrónicos, la fusión y, muy recientemente, la musicalización y adaptación sinfónica.
Nacido en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, en 1959, Gustavo Alberto Cerati Clark estudió mercadotecnia en la universidad El Salvador de su metrópoli natal, profesión que nunca ejerció formalmente, debido a que el impulso musical pudo más que cualquiera otra elección de vida. Esta afición lo llevo a formar desde adolescente algunas bandas informales durante los primeros años de la década de los ochenta hasta que en 1983, recién recobrada la democracia en aquellas tierras tras los sangrientos años de la última dictadura, forma con sus entonces amigos, el baterista Charly Alberti y el bajista Héctor “Zeta” Bosio, la más grande agrupación de rock de hispanoamérica: Soda Stereo. Hoy, la extinta banda, después de catorce años de vigorosa existencia que terminara en 1997, es ya leyenda y referente.

En la época del 11 episodios sinfónicos.

Una característica que ha sellado la trayectoria musical del artista porteño, que cuenta en su haber con los discos en solitario Amor amarillo del año ’94 y el inmaculado Bocanada de 1999, ha sido su irrefrenable impulso vanguardista; un incesante cosquilleo musical que ha hecho que sus trabajos se vuelvan con celeridad clásicos dentro de su género. Es como si el compositor tuviera claro que lo que ya ha sido concebido, siempre lo es de manera provisional; que la creación es un acto de perpetua innovación, autocrítica y perfeccionamiento continuo. Al respecto, bastan dos ejemplos: Uno de los primeros sencillos de la entonces flamante banda fue “Un misil en mi placard”, pieza extraída de su álbum debut, Soda Stereo. El tema era un especie de ska primitivo con una descarada guitarra –¡de Cerati!– copiando casi a la nota los acordes de “Roxanne” del grupo inglés The Police que hiciera furor en el mundo del pop internacional de aquellos años. Trece años y varias vueltas del mundo después, una vez que Soda era ya un clásico de resonancias internacionales, el guitarrista y vocalista decide reconstruir aquella lejana y vergonzante versión con motivo de la grabación del Unplugged para la MTV. El resultado es una de las mejores piezas del rock en español hecha sobre acordes electro-acústicos; precisos, claros, filosos, evocadores, insuperables. Así, la versión ’96 de “Un misil en mi placard” (la única canción política del grupo) comparte sólo el nombre y la letra con la de principios de los ochenta. Autocrítica constructiva que le llaman.
Una de las creaciones favoritas del también loop programer y arreglista sinfónico es “Signos” que viera luz con el disco homónimo de 1987 (grabación, por cierto, con la que el grupo alcanzara la madurez del sonido propio y se catapultara a la consagración de los años por venir). Desde entonces, la composición ha pasado por una serie de reelaboraciones que han logrado extraer y proporcionar una serie de matices insospechados a una pieza ya de suyo de excelente factura original. De los arreglos que la dotan de profundidad melancólica y penetración roquera en la versión en vivo de 1987 (plasmada en la grabación en directo de ese año, Ruido blanco), a la fastuosidad sinfónica de la grabación solista que circula por estos meses (11 episodios sinfónicos), pasando por la que tal vez sea su mejor rehechura: el arreglo de tango que presentaran por primera y última vez durante la gira de despedida de 1997; versión recogida el álbum doble, El último concierto del año referido. La música, entonces, no se está quieta, Según lo muestra su obra, para Cerati las composiciones son como peces: bellos y vistosos, listos para ser admirados, pero siempre en movimiento, porque cuando se aquietan es que ya no existen más.
Con motivo de su visita a nuestro país para ofrecer un único concierto (de tres, quizá cuatro, a nivel continental) de apoyo a su flamante 11 episodios sinfónicos, Gustavo Cerati conversó, breve pero sustancialmente, sobre temas diversos. De su posición respecto a Soda Stereo hasta sus proyectos a futuro, así como lo que representa su nueva propuesta musical, lo mismo que la música en general en lo que él vislumbra como un momento expectante en la historia mundial contemporánea.

Los tiempos del Siempre es hoy, 2003.

Definiciones: Postura musical y momento personal y artístico.

Desde siempre, Gustavo Cerati ha transmitido ante el público y ante los medios la correcta imagen de lo que es: un rock star de alto calibre. Quizá la única figura del género que desde estas tierras ha adquirido nivel y calidad internacionales. Seguro de sí mismo, pero nunca arrogante; satisfecho, pero nunca conformista, sereno a sus cuarenta y dos años, el canta-autor comienza por definir su posición dentro del show business, así como su momento personal que, indica, es parte de un entorno global:
“No me gusta estar embanderado en una idea o ser partícipe de una especie de contienda [tan llevada y traída en la actualidad] entre lo electrónico y lo no electrónico, lo noble y lo innoble, el rock o el no rock, el pop, lo comercial, lo que sea; sí, en realidad estoy muy poco interesado por ese tipo de situaciones. Sí me parece, en cambio, que como músico, en la medida en que hay algún proyecto, alguna idea que me entusiasma y que me lleva a otro tipo de circunstancias en lo creativo, que me da una inspiración nueva, la tomo y la realizo. Mi último proyecto, por ejemplo, puede verse como algo clásico y para mí es un paso hacia adelante. Plantarme y cantar con una sinfónica, me parece una especie de sueño poder hacerlo. No lo veo menos interesante que hacer cosas con música electrónica, que también las hago. En mí van confluyendo todas las cosas con las que voy trabajando y aprendiendo.
”La inercia creativa me va llevando. He madurado en el sentido de qué sé qué quiero y qué lugar tengo, aunque tampoco me hago muchas proyecciones a futuro. Voy trabajando paso a paso, disfrutando cada ciclo”.
”En esta etapa de mi vida, me siento bien y expectante. Y eso incorpora un montón de cosas que no sólo conciernen a mí, sino de manera general: es un movimiento planetario, casi universal. Creo que las cosas están llegando a su punto límite en muchos aspectos. Parecería que cambios se avizoran (aunque, claro, por ahí uno se equivoca y todo sigue igual, con la eterna desesperanza del ser humano); siento que es un momento muy interesante, con ello no me pronuncio si es muy feliz o totalmente infeliz, no. Es como lo que pasó en Nueva York (el 11/S). Por un lado es tremendo, y por otro, significa algo muy importante que si no se aprovecha, se pierde. Así, me da la impresión que este tono de los tiempos influye en lo que pasa en mi vida y en la de mucha gente. Algo pasa en general. Algo ya llegó a cocinarse demasiado. Y, sí, estoy en una etapa en la que se movilizan mucho mis estructuras, cosa que ayuda en gran medida a lo que hago en mi carrera. Estoy bien, haciendo lo que quiero hacer”.



La persistencia del pasado y la novedosa experiencia sinfónica.

Cuenta Charly Alberti, quien fuera el único baterista de Soda Stereo y ahora director del sitio de música en Internet Yeyeye.com, que, tras un periodo creciente y acumulativo de desazón con la banda, un buen día de principios del 1997 llamó a Gustavo Cerati y le dijo “Deshagamos al grupo”. Cosa con la que Cerati estuvo de acuerdo (no sin antes concertar una gira y un CD de despedida). Desde entonces, la relación entre los tres músicos ha sido distante por no decir nula. No obstante, siendo el único de ellos que ha seguido con una carrera solista dentro del mundo del rock (Héctor “Zeta” Bosio se dedica a la producción musical, en especial de ejecutantes de ritmos electrónicos), sigue siendo identificado con la trayectoria del grupo y entre sus seguidores existe la percepción de que la banda y Cerati solista son dos facetas de un mismo aliento artístico. La grabación sinfónica que ha presentado este año con temas de la banda parece confirmar dicha apreciación. (Que, por cierto, aclara que “Hace mucho que no hablo ni veo a Charly y a Zeta, así que no sé qué opinan de estas versiones”.) Al respecto, el músico afirma:

“El hecho de elegir canciones de diferentes periodos de mi carrera es una forma de enlazarme con el pasado. Pero la lectura es tan nueva que de alguna manera representa algo distinto en el consciente colectivo de las personas que escucharon y escuchan todavía a Soda Stereo, entre las cuales me incluyo yo. En ningún momento he tenido una situación en la que haya de renegar de mi pasado. Es natural que después de que un grupo se desbanda o de que hemos decidido separarnos, tratemos de alejarnos rápidamente de eso y tener una nueva vida, pero eso no significa hacer un corte con lo que pasó en tu vida. La situación en la que estoy ahora es gracias a todo eso. Me pareció que sería interesante. La gente me pide mucho temas de Soda Stereo y es natural que sea así. No tengo prejuicios al respecto. Por supuesto, estoy haciendo discos nuevos y eso es lo que quiero mostrar, pero interpretar ahora temas de entonces me pareció una salida interesante. Son versiones totalmente diferentes que a lo mejor capturan la esencia de la canción y, en ese sentido, se hace una conexión con la gente. Me pareció algo muy grande hacerlas en este concierto”.

Al mismo tiempo, la flamante aventura sinfónica del intérprete (uno escucha el disco y es un verdadero concierto de música de cámara para orquesta sinfónica y voz) es un salto inédito no sólo dentro de su producción personal, sino dentro del rock contemporáneo. Diversos rasgos destacan en este proyecto, entre ellos, Gustavo Cerati destaca que:

“Sin duda no es un disco nuevo, en cuanto que no estoy presentando canciones nuevas, pero sí estoy presentando una forma nueva de hacer canciones que son mías desde hace mucho. Y me gusta que sea así y no tratar de competir con las versiones originales con una banda más o menos parecida.
”A diferencia de un concierto con mi banda, en el que toco la guitarra y otros instrumentos y canto, acá me tuve que poner en la piel de intérprete. Casi como si no hubiera sido yo el compositor. No hay paralelos con esto. Tendría que referirme a cantantes con orquesta o con sinfónica, pero no hay muchos casos tampoco, y menos que vengan del rock. Entonces, no sabía muy bien cuál era mi situación, aunque sí decidimos no utilizar ningún elemento más de los sinfónicos. Interpreto una nueva imagen de cada canción; por momentos pomposa, por momentos melancólica, evidentemente mucho más, yo diría, overdrive, como llevadas a extremos, ya que las masas sonoras son muy diferentes a las que podía considerar cuando hice las canciones. Así que me lleva por lugares muy diferentes a la versión original.
”Dado que mis canciones no son historias, tengo una imposibilidad casi total para escribir historias, no pude ni de chico, me gusta ocuparme de algún punto en especial y desarrollarlo. Temas sí tengo, pocos; en carne de un psicólogo deben ser uno o dos nada más (risas). Lo que sí, cada momento musical con este nuevo tratamiento es digno de un episodio. Lo que es triste es súper triste, lo que es pomposo es muy pomposo, lo mismo lo que es heroico. Por ejemplo, “Corazón delator”, que sí yo hubiera podido hacerlo desde el principio, así la hubiera escrito.
”Por otra parte, la mayoría de las experiencias del rock y del pop que tienen que ver con lo sinfónico han sido realmente combinaciones entre banda y orquesta, al estilo de Deep Purple o Metallica; en ese sentido, no quisimos hibridizar la situación.
”No puedo dejar de pensar que soy un músico de rock, de cultura de rock, así que esta producción la concebí con una actitud rock, pero no se queda ahí, desde luego. Y, también, nunca en toda mi cultura rock, he escuchado algo tan potente como cincuenta tipos pegándole a un instrumento al mismo tiempo, no hay nada más poderoso que eso”.

El proyecto de poner una piel y un color sinfónicos a temas clásicos de Soda Stereo y Cerati solista que culminara con la grabación de 11 episodios sinfónicos tomó por sorpresa a sus fans, quienes si bien ya esperaban desde hacía dos años y medio la aparición de una producción del guitarrista y loop programer, desde el exitoso Bocanada de septiembre de 1999, prácticamente nadie esperaba algo así, al mismo tiempo tan fino y alucinante. En este sentido, Cerati cuenta que
“En el principio, la idea de hacer algo con una sinfónica surgió de Diego Sáenz, que es un poco el productor de este proyecto, y hace como cinco años me propuso hacer algo con una sinfónica. No sabía bien qué, pero algo tenía en la cabeza. Finalmente, la idea surgió. Después de muchas idas y venidas; de cosas que tal vez podían ser interesantes, se concretó con una serie de productores que podían financiar el proyecto, así que en septiembre del 2001 se hizo un concierto en el Teatro Avenida de Buenos Aires, teatro de Zarzuela y de música clásica, chico, que fue acondicionado para ser filmado y grabado y transformarse en una especie de show de televisión y en el disco que ha salido ya a la venta.
”Definitivamente, no descarto la posibilidad de que haya más discos como este en el futuro, aunque depende de diversos factores que incluyen los planes futuros de la productora, Universo TV”.
La gira de apoyo al Fuerza natural, la última de su vida... y de la nuestra.


También les puede interesar mi reseña sobre el 11 episodios sinfónicos en Replicantehttp://revistareplicante.com/artes/arte-musica/un-disco-olvidado/

2 comentarios:

Marco Gutiérrez Durán dijo...

"El resultado es una de las mejores piezas del rock en español hecha sobre acordes electro-acústicos; precisos, claros, filosos, evocadores, insuperables. Así, la versión ’96 de “Un misil en mi placard” (la única canción política del grupo) comparte sólo el nombre y la letra con la de principios de los ochenta. Autocrítica constructiva que le llaman.", dices sobre "Un misil de mi placard". ¿Has escuchado la introducción de la canción "Chrome Waves" del grupo Ride del album Going Blank Again de 1992?

Manuel Guillén dijo...

Es correcto. Estaría por determinar, si Cerati lo usó a la manera de los sampleos o como un palgio directo. Pero sea como fuere, no creo que desacredite lo que afirmo: dichos acordes reconstruyeron de una mucho mejor forma la versión original.