Mundialmente conocido por ser el creador de la estética original
que dio lugar al personaje del monstruo alienígena, conocido como Alien (nombre genérico convertido en
nombre propio), de la mano cinematográfica de Ridley Scott, el pintor, escultor
y artista visual suizo, Hans Ruedi Giger (nacido en 1940), murió este lunes en
su casa de Zúrich en circunstancias no detalladas, simplemente comentadas de
manera oficial como “complicación de heridas por una caída”.
Más allá de la globalidad de su personaje cinematográfico, cuya
realización prototípica la encontramos en la obra Biomechanoid de 1975 (contenida en la colección Necronomicon II), que impactó a Scott, el
también diseñador creó un mundo fantástico en el que sus pesadillas tomaron
forma estética revelando un abigarrado mundo arquetípico sombrío, acechante y
arrobador.
Biomechanoid, 1975*. |
Seres híbridos, mezcla de animales, humanos y máquinas (en lo que
él mismo y la crítica bautizaron desde hace algún tiempo como estética
biomecánica; ejemplo preclaro de la misma se puede apreciar en cartel Future Kill de 1984), pueblan realidades
cavernosas, uterinas o infernales exponiendo a los ojos del espectador mundos
latentes (la vida en el oscuro y acogedor útero), miedos enraizados (el temor
congénito de los primates a los depredadores, especialmente reptilianos),
deseos y ansias sublimados (la consustancialidad sexual de nuestra condición de
mamíferos), o vértigos de lo posible por venir (la inminencia de mezclar
nuestros organismos con nuestras máquinas).
Passage XXIX, 1973. |
Ejemplos paradigmáticos de ello, los encontramos en trabajos como Passage XXIX, de 1973, donde la pulsión
sexual masculina, la vulva como “puerta mágica” (Sloterdijk) entre el interior
umbroso, líquido y omniprotector y el exterior retador e inclemente, se fusiona
con la maquinización del mundo de hechura humana. Algo que también ocurre en el
acrílico sobre papel, Biomechanical Mia,
Egyptian style, de 1980, espacio visual al que además se añade la presencia
a un tiempo aterradora y seductora de los súcubos, como demonios atenazados a
la ansiedad sexual, cosa propia y recurrente en alguien que padeció apnea del
sueño, como fue el caso de Giger.
Biomechanical Mia, Egyptian Style, 1980. |
Considerado inicialmente como un artista de culto, malentendido en
ciertos medios contraculturales como pintor “satánico” (principalmente por sus
destacadas obras Satan I y II que
brindó para el arte del disco To Mega
Therion, de 1985, de sus paisanos los roqueros heavy metaleros de Celtic
Frost), Giger dio el salto al mainstream
a partir del éxito mundial de Alien,
convirtiéndose en activo diseñador para Hollywood (una de sus más conocidas
creaciones es la hembra extraterrestre salvajemente hipersexuada de la serie de
cintas Especies, basada en su
espectacular pieza de 1977, Lilith;
pintura paradigmática del poder sexual, ancestral, biológico y social de las
mujeres) y haciendo de su estilo oscuro y barroco una marca patentada
distinguible globalmente. Así, en las últimas tres décadas, su producción
artística fue profusa y lo mismo incluyó pinturas en gran formato, grabados,
giclées, diseño de muebles e interiores y memorabilia, que guitarras eléctricas
y pedestales para micrófonos, como el que le hizo por encargo y popularizó
mundialmente Jonathan Davis, vocalista del grupo de Nü Metal, Korn. El artista
suizo, al cabo, supo caminar por la tensa y difusa línea que, en nuestra época,
divide y funde a la vez estética de altos vuelos y marketing globalizado. Cosa
que, por supuesto, no resta mérito ni a su originalidad ni a la puesta en
circulación del universo en expansión de nuestros profundos temores y nuestras
más inquietantes pesadillas.
Lilith, 1977. |
*Todas las imágenes fueron tomadas por mí del libro Necronomicon II, Morpheus International, Las Vegas, 1985.
Una versión breve de este apunte apareció en Milenio.com:
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